sábado, 4 de noviembre de 2017

EL PUENTE (1959), DE BERNHARD WICKI. LA CRUZADA DE LOS NIÑOS.

Los tres últimos años de la Segunda Guerra Mundial fueron terribles para la población civil alemana. Las grandes ciudades, que a la vez eran los grandes centros de producción que sostenían el esfuerzo bélico eran sistemáticamente bombardeadas, cada vez con más precisión, por la aviación Aliada. En los pueblos pequeños, donde solo llegaban ecos de tan terrible destrucción, la gente temía por los familiares que vivían en aquellos núcleos urbanos y por los hijos que peleaban en el frente ruso. Nos encontramos en 1945, en uno de esos pueblos en los que las autoridades intentan todavía galvanizar el espíritu de resistencia de la gente frente a la invasión de la patria. Son llamadas las quintas de los alemanes más jóvenes y más ancianos, en un intento desesperado de detener a fuerzas muy superiores.

El puente empieza mostrando la vida cotidiana de un grupo de chicos que todavía va al colegio y que sienten la guerra como algo a la vez próximo y lejano, pero muy excitante. Para ellos, el hecho de que un avión Aliado deje caer una bomba junto al puente del pueblo constituye todo un acontecimiento. Los combates se van acercando y saben que pronto van a ser llamados a filas. Como apenas han tenido experiencia de lo que significa realmente combatir, imaginan un escenario que dará rienda suelta a sus fantasías heroícas. Sus mentes impresionables se han tragado toda la propaganda del partido nazi y creen posible la victoria si se pone la suficiente voluntad en ello. Mientras tanto, sus padres viven con desesperación las horas finales del Tercer Reich. Saben que es imposible oponerse a la inmolación de sus propios vástagos y se aferran a la esperanza de que la guerra termine antes de que éstos pisen el frente.

Pero el momento del reclutamiento llega. Los muchachos se lo toman como una especie de recreo respecto a sus obligaciones escolares. Al día siguiente de su llegada al cuartel, la división se pone en alerta para repeler una ofensiva de los americanos. Los más veteranos saben que van al matadero. Los nuevos reclutas parten con una mezcla de curiosidad y miedo. Pero en el último momento, el destino parece haberse apiadado de los protagonistas: un oficial los deja atrás, defendiendo un puente que va a ser volado en unas horas, con el fin de que se libren del combate. Los muchachos se toman su cometido en serio y, cuando llegan los americanos, en vez de retirarse, ponen lo mejor de sí mismos en defender una posición totalmente inútil: el absurdo de la guerra en toda su expresión.

Filme profundamente antibélico, realizado cuando las heridas de la guerra todavía no se han cerrado del todo, El puente lleva consigo un potente mensaje acerca la espiral en la que acaban convirtiéndose todas las guerras: al final los seres más inocentes, a los que se supone que el Estado entró en combate para proteger, son los que sufren más por las decisiones criminales de sus mayores. Destacan dos cosas en esta poderosa película: por un lado la ambientación del microcosmos del pueblecito alemán que espera en tensión la llegada de la guerra a su territorio y por otro las extraordinarias escenas bélicas de su tercio final, muy crudas para la época en la que fueron realizadas. Es seguro que a muchos espectadores alemanes se le despertaron recuerdos muy desagradables contemplando esas imágenes. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario