viernes, 10 de febrero de 2017

SPQR (2016), DE MARY BEARD. UNA HISTORIA DE LA ANTIGUA ROMA.

Cuando se evoca la antigua Roma, muchos piensan en la grandeza de sus monumentos, en su poderío militar, su capacidad de expansión y en la crueldad de sus diversiones públicas. Pero el legado que nos dejó aquella época es mucho más complejo que todo eso: de ahí han salido nuestro derecho, buena parte de nuestra literatura, los fundamentos de nuestra organización política y la base de buena parte de las lenguas europeas. Cuando la Unión Europea está en horas bajas, algunos abogan por implementar el latín como lengua oficial y común de los países que la conforman, quizá para buscar inspiración en unos hombres que, a pesar de que lo hicieran en muchas ocasiones con violencia, llevaron la civilización a muchos lugares remotos y sus habitantes acabaron por beneficiarse del hecho de ser conquistados. Pero la historia de Roma no se resume en el éxito de un pueblo belicoso y conquistador. Los sucesos históricos, que nosotros desde el presente podemos apreciar como inevitables, jamás siguen una línea clara y casi siempre están influidos por las circunstancias más azarosas. El paso de la República al Imperio, que tantos debates ha suscitado, es retratado aquí como el enfrentamiento entre un puñado de hombres ambiciosos, de entre los cuales salió triunfante uno de los que a priori parecía más débil, el futuro emperador Augusto:

"Cuando se destripa la historia hasta sus fundamentos más básicos y brutales, vemos que consiste en una serie de momentos y conflictos clave que condujeron a la disolución del Estado libre, en una secuencia de momentos críticos que marcaron las etapas de una progresiva degeneración del proceso político y una sucesión de atrocidades que durante siglos poblaron la imaginación de los romanos."

Obviando la excelente síntesis de los acontecimientos más importantes del primer milenio de Roma, uno de los aspectos más interesantes del ensayo de la flamante premio Princesa de Asturias es su descripción de la vida cotidiana de los habitantes del Imperio. Para la gran mayoría la existencia era pura supervivencia diaria. Los que habitaban las ciudades solían vivir en grandes bloques de apartamentos en los que se acinaban gran número de familias. Las muertes por incendios o por riadas eran frecuentes, puesto que aquella época no existía nada parecido a la planificación urbanística moderna, hasta el punto de que las villas de los ricos se mezclaban con las construcciones más humildes. Seguramente la ciudad de Roma estaba rodeada de barrios de chabolas, construidas con materiales tan precarios que nada nos ha quedado de ellos. 

En aquella época los padecimientos de los pobres o los esclavos (algunos de estos últimos gozaban de una calidad de vida mejor que los primeros) eran objeto de la más absoluta indiferencia por parte de las clases sociales altas, cuya única política social consistía en hacer sobrevivir al pueblo a base del famoso panem et circenses. En cualquier caso, ni siquiera recintos tan enormes como el Coliseo bastaban para que todo el mundo asistiera a los espectáculos y tampoco el reparto de pan llegaba a toda la gente. Ya Cicerón escribió unas líneas despreciando el trabajo manual, unas ideas que son extrañas en los emprendedores tiempos actuales:

"El dinero que proviene de la venta de tu trabajo es vulgar e inaceptable para un caballero... porque los sueldos son efectivamente las cadenas de la esclavitud"

Claro que solo podían expresarse así quienes habían tenido el lujo de nacer en una familia antigua y rica. La gran mayoría de los habitantes del Imperio apenas cambió su vida con la conquista romana, aunque los beneficios a medio plazo fuesen indudables: para los que trabajaban la tierra la vida era tan dura como siempre, situación que se prolongó hasta siglos después de la caída de Roma. 

Mary Beard ha tenido el acierto de escribir un libro dirigido al gran público, entretenido y a la vez riguroso. Un buen complemento a su lectura es el visionado de la serie Roma, producida por la HBO, que refleja muy bien las formas de vida descritas en SPQR, en concreto los dramáticos acontecimientos de la segunda mitad del siglo I antes de Cristo.   

Y para terminar, un apunte que nos lleva a una comparación histórica entre nosotros y ellos, en concreto respecto a la política de inmigración actual, comparada con la de una Roma que recibía - casi siempre - a los habitantes de culturas ajenas, a sus costumbres y a sus religiones y las integraba en las suyas propias. Como dijo la propia autora en una entrevista promocional:

"En el imperio romano jamás existió el concepto de "inmigrante ilegal", aunque no quiero decir con esto que tengamos que hacer las cosas como los romanos, pero es verdad que somos muy rígidos a la hora de conceder la ciudadanía."

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