jueves, 16 de octubre de 2014

EL VIAJE A LA FELICIDAD: LAS NUEVAS CLAVES CIENTÍFICAS (2005), DE EDUARDO PUNSET. EL SENTIMIENTO MÁS ESQUIVO.

A veces se nos olvida que somos fruto de la evolución. Que arrastramos un pasado remoto dominado por los instintos y por las emociones más que por lo que hoy denominamos racionalidad. Por ejemplo, todavía nos cuesta abandonar la sensación de relación de causalidad en mucho de lo que nos pasa, cuando nos rodea el imperio del azar y la casualidad. Hay algo que compartimos con algunos animales: son las emociones, que están presentes en la zona más primitiva de nuestro cerebro y que pueden desarrollarse también de modo colectivo, convirtiéndose a veces en un fenómeno contagioso:

 "En cualquier tiempo y lugar los seres humanos han compartido el mismo repertorio emocional básico. Esta universalidad de las emociones básicas supone un argumento adicional a favor de su naturaleza biológica. Pero esto es verdad también, no sólo respecto a las emociones grupales sino, y sobre todo, a las emociones individuales."

En cualquier caso, hay algo envidiable en los animales: no suelen preocuparles problemas abstractos ni se angustian por el futuro. Son capaces de vivir el momento presente de manera absoluta, algo muy complicado para nosotros. Si una gacela se libra, por ejemplo, del ataque de un león, seguirá su vida como hasta ese momento. Si eso le sucede a un ser humano, lo más seguro es que interiorice un trauma para toda la vida.

En su viaje a la felicidad, Punset parte del hecho de que, gracias al progreso, la esperanza de vida humana ha aumentado en el último siglo unos cuarenta años. Si el hombre de antaño venía al mundo fundamentalmente para dejar descendencia, ahora la vida es mucho más larga y compleja. La búsqueda de la felicidad deviene en un factor fundamental para una existencia plena (en la Declaración de Independencia de Estados Unidos reconoce el derecho a ser feliz como uno de sus derechos fundamentales) y es posible que la ciencia nos eche un cable para llegar sin muchos contratiempos al destino. 

Una de las afirmaciones más sorprendentes de El viaje a la felicidad, es que muchas de nuestras decisiones, incluso las más importantes, son más emocionales que racionales. Si quisiéramos racionalizarlo todo, sopesando serenamente los pros y los contras, jamás podríamos decantarnos por nada: las emociones se encuentran muy presentes en el inicio y en el final de todos los proyectos humanos. Pero lo verdaderamente importante es consolidar esa sensación que siempre nos es tan esquiva. Podemos identificar felicidad con serenidad vital, con ausencia de miedo. Por eso los ciudadanos sometidos en regímenes totalitarios jamás pueden ser felices. Lo mejor es ser humildes en nuestras ambiciones materiales y cultivar otro tipo de aspiraciones, mucho más satisfactorias, evitando compararnos con los demás, lo cual solo puede generar frustración:

"(...) el aumento de los niveles de infelicidad en el mundo de hoy se explicaría por una inversión excesiva en bienes materiales, en detrimento de valores de mantenimiento más intangibles."

Hay otra aseveración bastante insólita, teniendo en cuenta los valores de la sociedad actual, que yo solo dejo caer aquí, una apelación a una paternidad responsable y bien meditada:

"Aunque se suela decir que los niños son una de las mayores fuentes de alegría de la vida, las investigaciones recientes revelan que cuidar de los niños no es ni divertido, ni contribuye significativamente a la escala de felicidad, sino al contrario. «Si contabilizamos todo el tiempo que los padres pasan con sus hijos -dice Norbert Schwarz, catedrático de Psicología de la Universidad de Michigan-, el cuadro no es muy positivo. En la escala de preferencias de Kahnemann, educar a los hijos figura detrás de llevar una vida social, comer, ver la televisión o echar la siesta, entre otros. De hecho, cuidar de la prole es una tarea obligatoria y el ánimo que muestra la gente cuando se ocupa de realizar dicha tarea no es particularmente positivo si se compara con otras actividades»."

Y también merece la pena reflexionar sobre ésto: el fomento del consumo de bienes que apenas sacia el hambre de nuevos productos, no es más que una trampa sin salida:

"Por una parte, resulta que a medida que aumenta el nivel de la renta, también crece el nivel considerado necesario para volver a sentir placer. Y, por otra parte, la tendencia a compararnos socialmente con los demás genera grandes dosis de frustración que la escalada del dinero no puede apaciguar."

La felicidad se construye en suma, restando necesidades superfluas y sumando emociones positivas que terminen siendo una norma para la comunidad. Las emociones individuales suelen tender a garantizar la supervivencia, las grupales son mucho más complejas y son la clave de una vida plena: es necesario que tengan sentido, que sean constructivas, que otorguen seguridad y destierren el sentimiento de angustia. Proteger la intimidad personal y desarrollar una identidad colectiva basada en la libertad, la igualdad y en unos derechos fundamentales de obligado cumplimiento. Esa es la fórmula. ¡Sin olvidar la capacidad de reírse de uno mismo!

2 comentarios:

  1. En suma, la felicidad en una sociedad organizada se basa en el estatus social, porque es de eso de donde se obtienen las recompensas en nuestra vida cotidiana. Uno desarrolla unas expectativas en la infancia y es feliz si esas expectativas más o menos se cumplen. Por eso hoy hay infelicidad: la gente vive rodeada de expectativas inalcanzables.

    Una solución sería diseñar una forma de vida, como se dice, basada en la "intimidad personal". De ahí la importancia de la familia. Las familias pueden ser también electivas, pero eso requiere cierta organización compleja difícil de alcanzar. De momento, las familias biológicas predominan... de ahí que la gente acepte sacrificios criando a sus hijos.

    ResponderEliminar
  2. Bueno, eso de las "familias electivas" todavía está muy lejos de ser una realidad, al menos para la mayoría de la gente. Cierto es que el afecto y el instinto de protección a los hijos tienen una base biológica que difícilmente podría reproducirse de manera artificial. En lo de las expectativas inalcanzables, estoy totalmente de acuerdo. Y el bombardeo continuo de publicidad no ayuda nada en este sentido.

    ResponderEliminar