martes, 13 de agosto de 2013

GUERRA MUNDIAL Z (2006), DE MAX BROOKS Y DE MARC FOSTER (2013). APOCALIPSIS ZOMBI.

Para los que todavía no hayan ido a ver esta película: les aconsejo leer la novela de Max Brooks y después pasar de ella si no quieren llevarse una decepción. El libro está concebido como un falso reportaje periodístico en el que un reportero va entrevistando a diferentes protagonistas de un evento a nivel mundial que ha durado años: una enorme pandemia que ha estado a punto de acabar con la humanidad, cuya principal característica era la de convertir a la gente en una especie de zombis agresivos que transmiten su enfermedad a través de su mordedura. Una plaga que está a punto de acabar con una humanidad que tiene que unirse y dar lo mejor de sí misma para acabar sobreviviendo.

Y el libro-reportaje de Brooks resulta apasionante. El autor estadounidense demuestra los suficientes conocimientos de geopolítica como para que su relato resulte verosímil: como cada país afronta de distinta manera la crisis (el caso más inquientante es el de Corea del Norte y si quieren saber por qué, leánlo) y como los ejércitos fracasan ante un enemigo que no se cansa nunca, no se rinde jamás y no tiene más motivación que saciar su hambre. Los zombis atacan como enjambres, por miles y las fuerzas armadas terminan agotadas y superadas. Resulta épica la descripción de la batalla de Yonkers, en Nueva York, el primer intento serio de la humanidad de contraatacar y el absoluto fracaso que conlleva. 

Antes de poder reconquistar el terreno perdido, los hombres deben atravesar la época del gran pánico, reagruparse en áreas seguras, superar el miedo y revolucionar las estrategias bélicas tradicionales frente a un enemigo que carece de emociones humanas. Guerra Mundial Z contiene interesantes reflexiones sobre el miedo:

"¿Entiende de economía? Me refiero a capitalismo global del bueno, el de antes de la guerra. ¿Entiende como funcionaba? Yo no, y cualquiera que diga que lo entiende es un puto mentiroso. No existen reglas, ni absolutos científicos; ganas, pierdes, es todo cuestión de suerte. La única regla que entendía la aprendí de un profesor de Historia en Wharton, no de uno de Economía. "El miedo - decía -, el miedo es la mercancía más valiosa del universo. - Eso me dejó pasmado - . Encended la televisión - decía -. ¿Qué veis? ¿Gente vendiendo productos? No: gente vendiendo el miedo que tenéis de vivir sin sus productos".

Joder, tenía toda la razón: miedo a envejecer, miedo a la soledad, miedo a la pobreza, miedo al fracaso... el miedo es la emoción más básica que tenemos, es primitiva. El miedo vende; ése era mi mantra: el miedo vende."

En esta ocasión parece que es el novelista el que está entablando un diálogo directo con el lector. En una sociedad repleta de temores, con la crisis como telón de fondo, nada más efectivo que los zombis para llamar nuestra atención, pues son una especie de parábola de como la humanidad un día puede perder el frágil equilibrio que la sostiene y le hace progresar. En este sentido Guerra Mundial Z resulta una lectura apasionante y adictiva porque, insisto, su mejor virtud es la verosimilitud, eso que se ha dado en llamar hiperrealismo, que es la mejor cualidad de la que puede estar dotado un relato fantástico.

Este estupendo material reclamaba a gritos una adaptación cinematográfica que plasmara en imágenes algunos de sus mejores episodios. Cierto es que la estructura de la novela, si se mantenía como tal, hubiera tenido que dar lugar a algo así como un falso documental (que bien filmado hubiera quedado magnífico) formato no apto para todo tipo de público, así que se ha querido ir a lo seguro de cara a la taquilla y Guerra Mundial Z se ha convertido en un vehículo para el lucimiento de Brad Pitt, un buen actor que en esta ocasión se limita a poner el piloto automático y a cumplir con su esterotipado papel sin más alardes. La película de Foster es casi como un videojuego en el que el protagonista tiene que ir superando pruebas en diversos lugares del mundo hasta la pantalla final, en la que da con la solución para salvar a la humanidad. Esto no sería tan malo sin las escenas de acción pecaran del mismo problema que las de Quantum of solace, su incursión en el universo Bond: cámara nerviosa, constantes cambios de toma, oscuridad y, en definitiva, no dejar ver nada al frustado espectador. Mejor son sus escenas aéreas, de ciudades destruidas y masas de zombis, aunque tampoco aportan ninguna novedad. La sensación de realismo de la novela se pierde totalmente en su adaptación a la gran pantalla para transformarse en algo convencional y - en ocasiones - rodado con una evidente precipitación y mal oficio. Una película de zombis sin sangre ni vísceras, rodada para toda la familia. Ojalá en el futuro otro director se atreva a realizar una versión más fiel del libro de Brooks.

2 comentarios:

  1. Fui a ver la película el sábado pasado,no he tenido ocasión de leer la novela,pero ahora al leer tu artículo, es seguro que lo voy a hacer. Muchas veces novelas llevadas al cine,no guardan mucha fidelidad sobre lo que hay escrito en el papel,la película es una cosa y la novela otra y casi siempre uno-a se suele llevar una desilusión.
    Me parece muy buena tu crítica,( tus críticas en general) porque a través de ellas aportas otras formas diferentes en la manera de ver y de pensar,otra forma de ir aprendiendo.
    Un saludo.
    Chari.

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  2. No te pierdas el libro, Chari. La película es totalmente prescindible, pero la novela es toda una sorpresa. Abrazos.

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