sábado, 23 de junio de 2012

EL FÚTBOL Y EL PUEBLO.


¿Nos condicionan desde pequeños para que amemos el fútbol y lo pongamos por delante de cualquier otro asunto? Me ha interesado mucho este breve párrafo publicado en el Babelia de hoy por Manuel Rodríguez Rivero:


"El clima social y el desarme de la izquierda son muy propicios a ese programa intensivo depanem et circenses (y más bien lo segundo que lo primero) que políticos de toda laya y los medios escorados a la derecha (que son casi todos) parecen haberse puesto de acuerdo en bendecir como bálsamo para el desastre. Y pobre del que no siga la corriente: como explica Marc Perelman en Le sport barbare (Michalon), un libro valiente y comprometido que no parece haber interesado a los editores españoles, el deporte constituye el último tabú. A pesar de las explicaciones de ciertos intelectuales integrados, el deporte no canaliza la violencia, sino que a menudo la crea y disemina: con demasiada frecuencia vemos a la masa gregaria entregarse sin freno a las pulsiones chovinistas, xenófobas, racistas y homófobas despertadas por el nuevo opio del pueblo, mientras continúa narcotizándose la vieja capacidad de los individuos para rebelarse contra la injusticia o protestar contra la misma corrupción y opacidad de las estructuras deportivas globales. El deporte mundializado, convertido en la más respetada religión universal del siglo XXI, legitima el orden establecido, cualquiera que sea: por doquier, “la nación”, explica Perelman, “ya no es un pueblo, sino un equipo; no un territorio, sino un estadio; no una lengua, sino el bramido de la hinchada”. Pero, sobre todo, funciona como una especie de totalitarismo blando que invade y permeabiliza toda la actividad (y hasta el pensamiento) de sociedades en las que se diría que constituye el único proyecto colectivo capaz de galvanizar a los ciudadanos."

3 comentarios:

  1. Confirmado: los psicoterapeutas que trabajan en el control de las conductas violentas ya hace tiempo que han dictaminado que el desahogo de la violencia mediante una catarsis (por ejemplo: golpeando un saco de boxeo) es una falacia sin contacto alguno con la evidencia científica.

    El fútbol, como guerra ritual, queda como evidencia de un control incompleto de las conductas violentas de grupo, y no como un remedio para estas.

    En mi humilde opinión, los deportes competitivos son un lastre que no estamos capacitados para soltar aún. No deberían ser promovidos por el Estado, ni tan fácilmente tolerados por intelectuales y humanistas.

    Algunos espectáculos violentos, como los toros o el boxeo, ya han sido objeto de control. Lo del fútbol es sólo cuestión de grado.

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  2. Confirmado: los psicoterapeutas que trabajan en el control de las conductas violentas ya hace tiempo que han dictaminado que el desahogo de la violencia mediante una catarsis (por ejemplo: golpeando un saco de boxeo) es una falacia sin contacto alguno con la evidencia científica.

    El fútbol, como guerra ritual, queda como evidencia de un control incompleto de las conductas violentas de grupo, y no como un remedio para estas.

    En mi humilde opinión, los deportes competitivos son un lastre que no estamos capacitados para soltar aún. No deberían ser promovidos por el Estado, ni tan fácilmente tolerados por intelectuales y humanistas.

    Algunos espectáculos violentos, como los toros o el boxeo, ya han sido objeto de control. Lo del fútbol es sólo cuestión de grado.

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  3. Pero ya se sabe que el fútbol se ha convertido en una especie de religión y, como todas las religiones, da lugar a comportamientos irracionales y, a veces, violentos. Es una desgracia que el amor por un país se exprese exclusivamente a través de una selección futbolística, cuando debiera ser expresado a través de otros muchos cauces, por ejemplo: el castigo sin paliativos, por parte de los votantes, a los partidos que amparan la corrupción.

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