domingo, 21 de agosto de 2011

SUPER 8 (2011), DE J.J. ABRAMS. E.T. VUELVE A CASA.


Los ochenta fueron una década mágica para quienes fuimos niños en aquella época. La falta de aparatitos electrónicos y la peor situación económica en general la supliamos con una gran dosis de imaginación en nuestros juegos. Ver una película determinada no era algo fácil. La llegada del vídeo fue una bendición en este sentido, pero los videoclubs prácticamente solo ofrecían novedades. Nada de clásicos. Pero por aquel entonces tener a tu disposición por un módico precio toda la saga de James Bond, la de Indiana Jones o la de Star Wars ya era suficientemente mágico, a pesar de que las cintas que se alquilaban no siempre se encontraban en el mejor estado. Además, las copias piratas de entonces eran infames, en algunas solo se apreciaba la oscuridad, pero aún así gozaban de gran éxito. En los cines de verano ponían algunas de las películas homenajeadas en "Super 8": "Los goonies", "E.T." o "Encuentros en la tercera fase".

El proyecto de J.J. Abrams era volver a las raices de un cierto cine que floreció en los ochenta, auspiciado sobre todo por Steven Spielberg: cine de palomitas, pero con pretensiones de entretenimiento de calidad. Para muchos críticos, esta tendencia fue el final del gran cine de los setenta, de la libertad del creador frente a los estudios que dio lugar a tantas obras maestras. Ahora la protagonista absoluta era la taquilla, es decir, las películas para todos los públicos. Y Spielberg supo aprovechar su oportunidad. El testigo sería recogido por otros directores como Joe Dante o Robert Zemeckis. Yo, como niño, estaba encantado con ese tipo de realizaciones, plenas de sentido de la maravilla. Como adulto, echo de menos en la década de los ochenta otro tipo de cine con planteamientos más adultos. Pero la nostalgia es un arma poderosa y "Super 8" reclamaba mi atención. Además, disfruté mucho hace un par de años de otra película de J.J. Abrams: "Monstruoso".

Mejor no hablar demasiado de la trama de "Super 8", porque desvarataría muchas cosas. Digamos que hay una pandilla de amigos y un extraterreste implicados en la misma. A base de continuos homenajes a los ochenta, la historia pierde mucha de su personalidad y deja en el espectador una continua sensación de algo ya visto, aunque esto no quiere decir que sea por completo desdeñable: la nostalgia es un arma de doble filo y a muchos de nosotros nos agrada volver a vivir algunas sensaciones de aquellos años. J.J. Abrams realiza un buen trabajo en la dirección pero, como digo, a la historia le falta personalidad propia y una película no puede tener su única base en el recuerdo a otras realizaciones.

1 comentario:

  1. A mi super8 me parece un quiero y no puedo. Un intento de aproximarse al espíritu de películas ochenteras del estilo ET o los Goonies, pero se queda en eso, en un intento.
    La historia está manida hasta más no poder y los personajes de los niños son arquetípicos hasta la nausea: el gordo listillo, el pequeñajo cabroncete, el prota que acaba de sufrir una desgracia y la chica guapa.
    Entretenida es, pero desde luego, cualquier comparación con las ya mencionadas ET, los Goonies o Cuenta Conmigo, por ejemplo, es un auténtico insulto.

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