martes, 19 de julio de 2011

UN CUENTO CHINO (2011), DE SEBASTIÁN BORENSZTEIN. LAS TRIBULACIONES DE UN CHINO EN BUENOS AIRES.


Hay ocasiones en las que uno acude a ver una película sabiendo exactamente lo que le van a mostrar en pantalla. El cine es espectáculo y sorpresa, pero también lugares comunes y actores de los que se espera una determinada pose. Cuando entré en la sala que proyectaba "Un cuento chino" sabía que la película era exactamente eso: Ricardo Darín irritándose y lanzando toda clase de insultos maldiciendo su suerte al cruzar su vida con la de un chino perdido en la ciudad porteña, llamándole boludo y cagándose en su putísima madre, pero al fín al cabo mostrando su buen corazón al acoger en su hogar a uno de estos seres que andan perdidos por el mundo. O sea, que las películas de Ricardo Darín constituyen todo un género en sí mismo.

Eso no debe ser ningún problema, porque en este caso nos encontramos con un grandísimo actor que se ha especializado en este tipo de papeles tragicómicos. Quizá esta película se quedaría en nada sin su presencia, una película que se sustenta básicamente en su falta de pretensiones, pues lo único que busca es contar una historia pequeña centrándose en el personaje protagonista. Y es que Roberto es un misántropo (tiene sus razones para serlo, como comprobará cualquiera que se acerque a ver la película) y solo le interesa mantener el orden en su espacio de soledad. La aparición de Jun Quian hará despertar a trompicones al ser humano que guardaba en su interior. Porque después de todo Roberto es un hombre íntegro, un ser que se rige por principios éticos.

Para redondear la historia, diremos que una de las aficiones de Roberto es recortar de los periódicos sucesos insólitos para demostrarse a sí mismo que la vida no tiene sentido. Y en eso hay que darle la razón, no lo tiene, pero uno tiene que vivir disimulando lo contrario, porque a veces el sinsentido merece la pena, al menos por momentos. Recomiendo el visionado de "Un cuento chino", no tanto por su calidad, sino porque, en estos tiempos veraniegos es una de las pocas propuestas estimulantes en nuestros queridos cines de centro comercial.


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