En este exclusivo club de escritores, Agota Kristof, nacida en 1935, podría tener su hueco por derecho propio. Empezó a ser conocida a edad muy madura, hace tiempo que dejó de escribir y su obra es tan escasa como valorada por crítica y público. Ella misma explica sus motivos en una entrevista, bajo el contundente titular "No me interesa la literatura", publicada el 24 de febrero de 2007 en el diario El País:

"No lo necesito. Para mí la escritura es demasiado importante como para hacer algo que no me guste. Y no creo que me salga ya nada mejor de lo que escribí. ¿Para qué empeñarse? Tuve tres hijos y estuve casada dos veces. Nada de eso me impidió escribir. Quizás la fábrica... Ahora tengo todo el tiempo del mundo y no lo hago".

Kristof, húngara de nacimiento, dejó su país después de la revuelta de 1956, para recalar en Suiza. Aunque ya había escrito algunos poemas en su idioma natal. Las siguientes dos décadas de su vida estuvieron dedicadas al trabajo en una fábrica y a aprender poco a poco la lengua francesa, en la que escribiría las novelas que le darían fama. Durante esa época Kristof se sintió absolutamente perdida en un país extraño, sin conocer el idioma y trabajando en una cadena de montaje al estilo de las descritas por Chaplin en"Tiempos modernos". Por las noches, Krisrof escribía los poemas que había imaginado mentalmente durante la jornada laboral, pero en húngaro. Todo esto lo cuenta la autora en su obra autobiográfica "La analfabeta".

Su primer éxito literario, escrito ya en lengua francesa, le llegó en 1986, con la publicación de "El gran cuaderno", la primera parte de la trilogía de Claus y Lucas. Gran parte de esta obra está basada en sus propias experiencias infantiles en la dura postguerra de Europa del Este, tal y como cuenta en la entrevista de El País:

"Hacía un frío terrible y no había comida. Además, llegaron los rusos y se llevaron lo poco que había. Hungría se convirtió en una colonia de la URSS. Tuvimos que aprender ruso, geografía rusa, historia rusa. ¿Que si hablo ruso? Qué va. Nadie aprendía nada. Si ni los profesores sabían. ¿Cómo va a aprender alguien que no quiere aprender de alguien que no quiere enseñar?"

Aunque publicada en España en un solo volumen, "Claus y Lucas" es una trilogía formada por "El gran cuaderno" (1986), "La prueba" (1988) y "La tercera mentira" (1992). Los gemelos Claus y Lucas son abandonados por su madre en manos de su abuela apodada "la bruja", en un país indeterminado que se encuentra en plena guerra. Aunque no lo nombra en ningún momento, el país es Hungría y la contienda es la Segunda Guerra Mundial. Desde el primer momento los hermanos habrán de buscarse la vida, ya que su abuela apenas atiende sus necesidades más básicas. Se procuran ellos mismos una educación y aprenden a dominar su propio cuerpo y sus pasiones, hasta transformarse en dos seres temibles, dotados de su propia moral implacable.
No hay que olvidar que Claus y Lucas son dos niños que crecen sin apenas autoridad. Más bien el ejemplo que extraen de sus mayores es el de la guerra y la violencia, por lo que pueden fabricarse una ética propia, basada en un concepto muy peculiar de la justicia. A veces sus actos son honrados, a veces crueles. La única patria que conocen es ellos mismos, y actuan en consecuencia, siempre inquietantes, como si fueran un solo ser.

Pero ¿son realmente un solo ser? Los otros dos libros de la trilogía ponen en cuestión lo narrado en "El gran cuaderno". ¿Es la realidad? ¿Es la narración de uno de los hermanos recogida en un cuaderno? Kristof logra confundir al lector a la vez que lo fascina con su complejo juego literario, en el que puede elegir que es lo real y que es lo inventado por alguno de los personajes. En cualquier caso, la situación de la Hungría del siglo pasado (aliada de Alemania, al perder esta la guerra pasó a formar parte de la órbita comunista), se refleja en el caracter de los protagonistas y del resto de secundiarios. Un hermoso país castigado por la historia que no acaba de encontrar su camino, como les sucede a los personajes.