Una de las grandes ventajas de la literatura es que permite asomarse a las realidades cotidianas de otros países de manera mucho más profunda respecto al conocimiento meramente superficial que obtiene un turista circunstancial o el lector de un periódico donde aparezca de vez en cuando mencionado este país, casi siempre en relación con la política.

El caso del escritor turco Orhan Pamuk resulta paradigmático en este sentido, pues en sus ficciones se desprende un intenso amor a su país, aunque desgraciadamente no puede afirmarse así a la inversa, pues Pamuk es un personaje muy polémico en Turquía. Sus problemas con la justicia tienen su origen en sus opiniones sobre el genocidio armenio cometido a principios del siglo XX, un tema tabú por el que Pamuk debió exiliarse durante un tiempo debido a las amenazas de muerte que recibió.
Y es que Turquía es un país que padece graves problemas de identidad: enclavado entre oriente y occidente, oficialmente laico, pero propenso al islamismo en amplias capas de su población (algo que preocupa mucho a los estadounidenses, según informaciones confidenciales recogidas en Wikileaks), nacionalista y a la vez deseoso de ingresar en la Unión Europea... Pamuk ha sido capaz de reflejar todas esas contradicciones en su extensa obra, lo que le valió hacerse acreedor del Premio Nobel en el año 2006.

En su celebrado discurso de recepción titulado "La maleta de mi padre", Orhan Pamuk realizaba un elogio de la literatura partiendo de un episodio de su juventud, la maleta repleta de sus propios escritos que su padre le encomendó poco antes de morir, lo que a la postre despertaría su pasión por contar historias. A partir de ahí el escritor define a la literatura como la capacidad de extraer material del propio interior para plasmarlo en unas páginas que sean capaces de reflejar la entera realidad, recurriendo al método de "contar las historias propias como si fueran de los otros y contar las historias de los otros como si fueran las propias."

"La vida nueva", es una novela que tiene muchos puntos en común con otras del autor, en su exploración del alma turca, pero se diferencia de éstas por la opacidad de su auténtico mensaje y su intrincado argumento, marcado por incoherencias que desconciertan al lector más atento y pueden llegar a desesperarle, por lo que solo puede penetrarse en el relato olvidando las formas narrativas más convencionales y dejándose llevar por las nuevas reglas impuestas por Pamuk, unas reglas bastantes anárquicas en cualquier caso.

La novela comienza con el hallazgo, por parte de su joven protagonista, de un atrayente libro que le perturba hasta tal punto que acaba obsesionándole, transcurriendo sus días y sus noches enfrascado en su lectura. Su realidad de apacible estudiante va ser trocada por una sed de búsqueda de esta vida nueva, a la que alude el título, en compañía de la muchacha de la que se ha enamorado y que indirectamente le ofreció el libro. Ciertamente, el objetivo de la muchacha es el reencuentro con otro amor, Mehmet, que fue quien le ofreció el libro a ella.

Los siguientes meses para Osman y Canan van a estar marcados por un eterno viaje en autocar y sus únicas ventanas al mundo serán las estaciones de autobús en las más remotas ciudades y las películas de vídeo que verán en ruta. Las colisiones con otros vehículos que derivan en aparatosos y sangrientos accidentes serán apreciados por Osman como oportunidades de cambio, como una especie de revelación espiritual. En realidad son los accidentes los que marcan los puntos de inflexión del relato:

"¿Qué es la vida? ¡Un periodo de tiempo! ¿Qué es el tiempo? Un accidente. ¿Qué es un accidente? Una vida, una vida nueva..."

Al final el mensaje de Pamuk es muy difuso: ¿una defensa de la tradición turca frente a la invasión comercial de occidente?, ¿una advertencia contra el fanatismo que emanan algunos libros? Bien es cierto que en la historia de la humanidad existen un puñado de libros que han cambiado radicalmente el rumbo de la historia: a los libros religiosos podemos sumar algunos científicos de autores como Darwin, Freud o Einstein o políticos (con algún punto en común con los religiosos) como "El manifiesto comunista" de Marx y Engels o "Mi lucha", de Adolf Hitler. El libro del relato de Pamuk cambia radicalmente las vidas de los protagonistas. Que esa cambio derive en fanatismo o se trate de una búsqueda positiva, queda a elección del lector.