A pesar de su inmensa fama, los últimos años del escritor fueron tristes. Fue vetado por el islamismo más radical y en 1996 sufrió el ataque de un fanático que a punto estuvo de acabar con su vida. Su prestigio ha permanecido incólume desde su muerte en 2006. Sigue siendo el autor norteafricano más leído y querido en Occidente.

La civilización egipcia fue la más sorprendente y estable de la Antiguedad. Durante tres mil años, a pesar de algunos periodos esporádicos de invasiones extranjeras, Egipto conservó unas instituciones, costumbres y formas de vida en sociedad que se antojaban eternas. La religión, uno de los pilares de esta civilización, se basaba en la divinidad del faraón, un ser intocable. Durante la época que transcurre esta novela, sobre el año 1350 antes de Cristo, los sacerdotes del dios Amón gozaban de un gran poder, tanto que el faraón necesitaba implícitamente de su apoyo para gobernar.

La novela de Mahfuz se concibe como una investigación histórica acometida años después del fín del reinado de Akhenatón por un joven personaje. Su método será la entrevista a los protagonistas de aquellos años, teniendo siempre presente el consejo de su padre cuando parte a su misión:

"Tú mismo has escogido tu camino, Miri-Mon, ve y que Dios te guarde: algunos de tus abuelos fueron a la guerra, otros se dedicaron a la política o al comercio; tú deseas dedicarte a la verdad. Todos han hecho según su designio. Sin embargo, guárdate de levantar la ira del poderoso o de insultar a la prostituta, sé como la historia, que escucha a todo el que habla sin inclinarse ante nadie, para luego entregar la pura verdad a los que observan."

El mismo Miri-Mon añade esta reflexión antes de comenzar su tarea:

"Me alegré de abandonar la inactividad y adentrarme en el flujo de la historia, que no conoce ni principio ni fín, y que añade a su curso todo lo que merece la pena, en una ola persistente de amor a la verdad eterna..."

La historia como maestra de la verdad, una verdad escurridiza que tiene muchos dueños, tantos como testigos de la misma. Si por algo se van a caracterizar las entrevistas que realiza Miri-Mon va a ser por las versiones contradictorias de unos mismos hechos que señalan unos interlocutores u otros. Si hay un personaje que sea capaz de sembrar la polémica en la historia egipcia, este es Akhenatón.

Akhenatón reinó aproximadamente entre los años 1353 y 1336. Podría haber sido un faraón más de una larga lista, pero su periodo es recordado por la extraña revolución religiosa que intentó llevar a cabo. Según se le describe en la novela, fue un ser deforme y afeminado, pero con un gran predicamento a la hora de seducir a los que le rodeaban y reclutarlos para la causa de su nueva religión. Gozó de una gran popularidad entre el pueblo llano, pues intentó acercarse a él a través del extraño lenguaje del amor.

El faraón Akhenatón se convenció desde muy temprano de la existencia de un dios único, que el identificaba con el Sol (Atón), un dios que se encontraba en todas partes y cuyo culto se basaba en la igualdad y el amor por todos los hombres, doctrina que el faraón intentó llevar hasta sus últimas consecuencias.

Enfrentado con el poder religioso establecido, representado por los sacerdotes de Amón, Akhenatón construyó una nueva capital, Aketatón, consagrada al nuevo dios. Con la ingenuidad que solo puede proporcionar una verdadera fe, el faraón se desentendió de los asuntos de Estado, esperando que el poder del amor entre los semejantes resolviera todos los problemas. Por otro lado, al parecer fue intolerante con los otros cultos, lo que originó enfrentamientos civiles durante su reinado.

La técnica con la que Mahfuz narra estos acontecimientos es la de dejar hablar libremente a sus protagonistas, que trazan retratos del faraón siempre subjetivos y polémicos. Es el lector el que ha de decidir con qué rasgos de Akhenatón se queda, el que debe enjuiciar si su reinado, o al menos sus intenciones, fueron positivas para el Egipto de aquel tiempo. Es la eterna disputa de la historia.
Lo que siempre queda es la admiración ante unas doctrinas que se adelantaron a su tiempo y que resultaron ser un auténtica rareza en la historia de Egipto. Expresar el amor por unos súbditos de clases inferiores no podía ser sino un gran escándalo desde el punto de vista de la tradición. No en vano a Akhenatón le quedó el sobrenombre de "el hereje". Su sucesor, Tutankhamón será el encargado de volver al antiguo orden.