jueves, 6 de mayo de 2010

LOS DÍAS FELICES (1961), DE SAMUEL BECKETT. LA MUJER ENTERRADA.


Beckett es uno de los grandes representantes del pesimismo literario, de la visión absurda de la existencia. En una de sus cartas proclamaba:

"Si pesimismo es un juicio en el sentido de que el mal sobrepasa al bien, no se me puede acusar de pesimista ya que no tengo ni deseos ni competencia para juzgar. Simplemente he encontrado más de lo uno que de lo otro."

El pesimismo como concepción realista de la vida. Si nos ponemos un rato a pensar en los males que pueden acecharnos en cualquier instante y en lo irremediable de nuestro final, estaremos de acuerdo con él.

"Los días felices" es una obra teatral angustiosa, concebida para que el espectador se sienta incómodo desde el primer momento con lo que observa en el escenario. Winnie es una mujer enterrada hasta el pecho en un montículo calcinado. Vive en un desierto de calor extremo, sin vida alrededor. Su marido está con ella, oculto en un agujero del que solo puede salir arrastrándose torpemente. No sabemos lo que ha producido esa situación, aunque según las anotaciones de Beckett en las primeras versiones de la obra, parece que ha sido una especie de guerra nuclear, aunque esto en realidad no tiene importancia.

En todo caso, en esta situación extrema, en la que solo puede mover los brazos y la cabeza, Winnie procura que sus días transcurran en una plácida felicidad. Para ello oficia algunos rituales cotidianos, como peinarse, mirarse en un pequeño espejo o limpiarse los dientes, de manera pausada, tratando de mantenerse ocupada en el transcurso de las largas horas de que consta el día, siempre agradeciendo el más pequeño detalle que le haga sentir que está viva, hablando sin parar, como alucinada, como si cerrar la boca significara estar muerta.

Además de escucharse a sí misma, Winnie necesita sentir que alguien le escucha o que al menos tiene la posibilidad de hacerlo:

"Quisiera no saber lo que dijese nada decir, hablar, hablar tan solo; - con palabras vacías de sentido - vaciar el alma. ¿Qué importa el sentido de las cosas si su música oís, y entre los labios - os brotan palabras como flores - limpias de fruto?"

Su marido Willie parece que hace tiempo que renunció al mundo y solo existe como por inercia, perdida ya gran parte de su humanidad.
Cualquier contestación a una pregunta, siempre de manera breve y banal, a veces con meros monosílabos, es celebrada por la protagonista como una confirmación de su felicidad vital.

La obra es en realidad un largo monólogo de Willie (uno de los personajes femeninos más difíciles de interpretar en el teatro), con alguna leve réplica de su marido. La protagonista se aferra a la existencia, cualquier excusa es válida para ello, pero la cruda realidad va imponiéndose poco a poco. Beckett no es un moralista y deja que el espectador saque sus propias conclusiones, que no van a ser gratas en ningún caso.

La lectura de esta obra marca como pocas, pero poder verla representada en el teatro debe ser una experiencia inolvidable. A ver si un día se me presenta la oportunidad...

5 comentarios:

  1. Sería bueno aprobechar una oportunidad para ver una obra tan interesante como la que describes, Miguel.

    B7s
    L;)

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  2. A ver si algún día la traen a Málaga...

    Saludos!

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  3. "Días felices" no es la obra realmente de un dramaturgo. Aunque difícilmente clasificable, Beckett es sobre todo un narrador, y comenzó su carrera en la ficción como novelista y poeta.

    Sin embargo, es mucho más fácil conocer a Beckett por su teatro que por sus densas novelas. Después de "Esperando a Godot", la obra que le dio la fama, vino "Final de Partida" y, después, entre otras, "Dias felices". Aparte del cuidado escenario (no olvidar que Beckett, como otros genios, es ajedrecista) en "Días felices" no hay acción, es básicamente un monólogo. En cuanto al contenido, el de Beckett no suele variar, pues se trata del más espeluznante y desgarrado existencialismo, pero totalmente purificado de implicaciones sociales. No es un existencialismo "humanista", sino meramente biológico. Como obra abstracta, nos es difícil de comprender... de la misma forma que nos resultan difícil de comprender los latidos de nuestro corazón, nuestras funciones renales y otros procesos que forman nuestra existencia.

    Hay, sin embargo, una función humanista en la obra, que es despertar la compasión del expectador por esas pobres criaturas retratadas, que somos nosotros mismos.

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  4. Lo has expresado muy bien, Fran. Lo cierto es que Beckett es de esos autores que no dejan mucho resquicio a la esperanza en su visión de una humanidad torturada.

    Saludos.

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  5. ¡Hola! Hay alguien que pueda pasarme en pdf o algún formato similar (y GRATIS) esta obra? Necesito bajar "Los Días Felices" de Beckett. Muchas gracias.

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