miércoles, 7 de abril de 2010

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS. LAS DOS TORRES (2002). LA LLEGADA DE GOLLUM.


Tras el éxito que supuso la primera parte, donde salió airoso de su tarea de plasmar en imágenes el inicio de una historia compleja, Peter Jackson pudo respirar tranquilo. Las dos partes siguientes darían aún más dinero en taquilla y "El retorno del rey" arrasaría en la noche de los Oscars.

Aquí ya tenemos los elementos constituidos desde el comienzo: un grupo de seres heterogéneos, representantes de diferentes estratos de la Tierra Media con una misión: proteger el anillo, a su portador, no caer en sus tentaciones, para finalmente destruirlo en su lugar de origen: Mordor.

Por diversas circunstancias la Compañía del Anillo va a tener que dividirse, por lo esta película supone un reto para el director en el sentido de que tiene que contar varias historias al mismo tiempo, tratando de mantener el interés y la tensión en todas ellas. Lo cierto es que lo hace con maestría y las tres horas y media de metraje transcurren en un suspiro.

Pero la auténtica estrella de la película es Gollum. Gollum era un hobbit como Frodo o Sam, que fue seducido por el poder del anillo y lo tuvo en su poder durante largos años. En la aventura de Bilbo Bolson narrada en "El hobbit" le fue arrebatado por éste. Desde entonces Gollum vaga por los lugares más apartados de la Tierra Media deseando recuperar su "tesoro", corrompido en su aspecto y en su alma. Se trata de un personaje ambiguo y desconcertante. El villano de la función es Saurón, pero de éste no conocemos más que su absoluta maldad. Gollum es un personaje que puede resultar seductor, amenazante o lastimoso según le convenga. Aún le quedan retazos de su antigua condición, pero los utiliza más bien como cebo para el portador del anillo.

Ni que decir tiene que Gollum es una maravilla de la creación digital que captura los movimientos y expresiones faciales del actor Andy Serkis, que interpretará una breve escena en la tercera película haciendo de Sméagol, la personalidad de Gollum como hobbit.

Para mí esta segunda parte es la más equilibrada de las tres. La batalla del abismo de Helm resulta espectacular sin hacerse tan larga como las diferentes batallas de la tercera parte y el espectador puede palpar la tensión antes del combate casi como si lo fuera a vivir por sí mismo. Podemos así visionar en todo su esplendor las brutalidades de los orcos del ejército de Mordor, y también las de los defensores del abismo, aunque a éstas resulta más políticamente correcto llamarlas heroicidades.

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