miércoles, 2 de diciembre de 2009

EL HORLA Y OTROS RELATOS (1887), DE GUY DE MAUPASSANT. LA ESENCIA DEL MIEDO.


Para quien no lo sepa, desde hace un par de semanas, el diario El País está ofreciendo por un euro una magnífica selección de relatos de los mejores maestros clásicos de terror. El lunes fue el turno de Maupassant. Hoy le ha tocado a M.R. James.

La editorial Mondadori publicó hace un año un exquisito volumen de cuentos de Maupassant con muy bellas ilustraciones. Debido a su elevado precio y a su tamaño, preferí no comprarlo, aunque ganas no me faltaron de hacerlo. Al menos esta semana he tenido el premio de consolación en forma de una muestra de la maestría de este autor en el terreno del relato breve.

Los cuentos de la selección constituyen una especie de tratado del miedo. No del miedo a lo que se ve, sino, y este es mucho más profundo, a lo que se intuye con una mezcla de certeza e imaginación de personajes solitarios:

"Necesitamos a nuestro alrededor hombres que piensen y que hablen. Cuando estamos solos largo tiempo, poblamos el vacío de fantasmas" (El Horla).

Maupassant juega con el lector a través de la ambigüedad de los hechos que nos va narrando: ¿es la locura del personaje lo que produce ciertas visiones o intuiciones? ¿fenómenos naturales desconocidos? ¿simples sugestiones producidas por un cerebro cansado? ¿o realmente se trata de sucesos sobrenaturales, es decir, sin explicación posible? Deliberadamente, el autor no nos da solución alguna. Es el lector el que debe sacar sus propias conclusiones, a veces con un inevitable escalofrío por los ambientes malsanos en los que hemos tenido que penetrar acompañando al protagonista en busca de respuestas.

De todos los cuentos que aquí se recogen, el más famoso, con toda justicia es "El horla", un prodigio narrativo en forma de estremecedor diario, en el que autor no escatima crueldades con el protagonista, jugando a su vez con su cordura. En él podemos encontrar perlas como esta (nunca está de más publicar una invectiva contra la religión), que coloca al miedo como creador de la idea de lo divino:

"(...)la leyenda de Dios, porque nuestra concepción del Sumo Hacedor, provenga de la religión que provenga, es la invención más mediocre, más estúpida e inadmisible nacida del cerebro asustado de los seres humanos"

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