viernes, 11 de septiembre de 2009

EL SHOW DE JIMMY (2001), DE FRANK WHALEY. EL CLUB DE LA TRAGEDIA.


Resulta agradable ver de vez en cuando cine independiente, sobre todo porque sabemos que normalmente no nos van a contar la misma historia de siempre. Se trata de arriesgar un poco.

En esta ocasión el protagonista es la pura definición del antihéroe: casado con el amor de su vida, aunque forzado por la circunstancia de un embarazo no previsto, con una muy frágil situación económica, Jimmy soporta como puede el naufragio continuo que es su vida. Para más inri, se trata de una de esas personas para las que no está hecho el mundo laboral. Pasa las horas vagueando por el supermercado donde trabaja y realizando pequeños hurtos. Esta situación le hará cambiar continuamente de trabajo en un perpetuo zozobrar sin que se vea luz alguna en la oscuridad de este profundo túnel. Si hay quien afirma que el trabajo es lo que define a la persona, Jimmy no puede evitar convertirse en un ser indefinido y neblinoso, buscando refugio en el amor de su mujer, que terminará dándole la espalda.

La única vía de escape a tan maravillosa existencia la constituye un club de la comedia al que acude regularmente para brindar unas actuaciones verdaderamente penosas, de vergüenza ajena, donde no se dedica a contar chistes, sino que desgrana cada hecho de su patética vida ante su desconcertado (y escaso) público. Humor muy muy negro, no del agrado de los sufridos parroquianos, con los que a veces se termina peleando. Por muy desgraciado que nos parezca, todos tenemos algo de Jimmy: hay quien tiene problemas laborales, hay quien no soporta a su pareja, quien tiene su talón de Aquiles en la salud o quien simplemente pasa malas rachas de continuo. Pero pocos pueden igualarse a nuestro Jimmy, siempre al pie del cañón de la desgracia, intentando exorcizarla en su mediocre escenario y llenando de congoja el corazón del espectador, que siempre puede sentirse identificado con alguno de los episodios de su existencia, aunque sin la obligación de revelar cuales.

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