miércoles, 17 de junio de 2009

LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES (2009), DE NIELS ARDEN OPLEV. LA OTRA CARA DE SUECIA.



Siempre he pensado que el modelo de sociedad sueco es el menos imperfecto entre todos los países: un Estado esencialmente socialdemócrata que redistribuye con efectividad la riqueza entre todos sus ciudadanos para que no existan los ricos excesivamente ricos ni los pobres de solemnidad. Viendo la adaptación de la novela que he comentado en el anterior post me han cambiado algunas ideas sobre la perfecta sociedad sueca (aparte del hecho de que sea el país con mayor índice de suicidios, pero eso no me parece ni bueno ni malo, sino todo lo contrario): elementos antisistema, asesinos de mujeres sueltos, maltratadores impunes y especuladores admirados por sus conciudadanos. No es un cuadro tan de color de rosa, aunque sigo pensando que si lo comparamos con el que ofrece España, Suecia sigue siendo el paraíso en la Tierra.

Traigo esto a colación porque, independientemente de la trama policiaca, que resulta muy interesante, me parece que uno de los objetivos de Larsson en la novela es advertirnos de los peligros de la autocomplaciencia, hacernos tomar conciencia de que si removemos un poco en el sistema de su país, tan avanzado, la mierda va a salir rápidamente a la superficie. Resultan estremecedoras las cifras de maltrato y acoso sexual contra la mujer que expone al principio de cada capítulo. Hace plantearse muchas cuestiones acerca de la efectividad de las políticas de igualdad que tan pomposamente "desarrollan" nuestros gobiernos.

Centrándonos en el film, hay que decir que nos encontramos ante una buena adaptación: se ha mantenido lo esencial y se ha obviado lo superfluo del libro, realizando algunos cambios mínimos que agilizan la trama. Desde mi punto de vista los actores están perfectamente escogidos, es más, en pocas ocasiones he identificado tan plenamente a los personajes que había fabricado previamente mi imaginación con los que veo en la pantalla: eso me ayuda a no distraerme en comparaciones y seguir la trama, muy bien ambientada y dirigida a buen ritmo: los 152 minutos que dura la película apenas se notan. También es de agradecer que se hayan respetado las escenas más duras del libro y aparezcan con toda su crudeza en pantalla. Claro que no nos encontramos ante ninguna obra maestra, pues no podemos pedir peras al olmo, pero sí ante una obra correcta que respeta plenamente el espíritu de la novela en que se basa. Ya era hora de que nos presentaran a un detective que no es alcohólico ni drogadicto ni frecuenta a prostitutas... De la parte oscura ya se encarga sobradamente Lisbeth Salander, pero de un modo ciertamente original.

¡Ah! Y un huequecito para mi tierra al final. Quién lo iba a decir, Málaga, ciudad del paraíso, convertida en paraíso fiscal.

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