lunes, 15 de junio de 2009

LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES (2005), DE STIEG LARSSON. LA SAGA DE LOS VANGER.


Desde luego esta novela no necesita presentación: la primera de la trilogía Millennium que está volviendo locos a millones de lectores. Yo la he leído estimulado por el estreno de la película. Quería, como es habitual en mí en tantas ocasiones, realizar de nuevo la placentera actividad de leer un libro para ver la película inmediatamente después. Es una actividad fascinante: comparas la visión del director con la tuya propia, juzgas si los actores son las más adecuados y reflexionas acerca de los cambios que se introducen en la versión cinematográfica.

La trama presenta el clásico argumento de la novela policiaca: un crimen sin resolver y una serie de sospechosos, pero con algunas peculiaridades: el crimen sucedió hace más de cuarenta años y los encargados de resolverlo no son unos detectives convencionales. Mikael Blomkvist es un periodista especializado en escándalos económicos: investiga las actuaciones de las empresas como otros investigan las actuaciones de los políticos. Es uno de los temas del libro que más me llaman la atención: mientras observamos con lupa a los políticos, los financieros y empresarios son capaces de provocar desastres con sus malas prácticas (ahora mismo estamos sufriendo uno a escala planetaria), pero normalmente se van de rositas e incluso son admirados, porque nadie les investiga seriamente. Además, en las últimas páginas Blomkvist realiza una lúcida distinción entre economía real y economía especulativa, algo muy básico, pero que no solemos tener presente cuando leemos la prensa económica:

"Hay que distinguir entre dos cosas: la economía sueca y el mercado de la bolsa sueca. La economía sueca está constituida por la suma de todos los servicios y mercancías que se producen en el país día tras día. (...) La bolsa es algo completamente diferente. Ahí no hay economía que valga, ni producción de mercancías ni de servicios. Simples fantasías; de una hora a otra se decide si esta empresa o la de más allá vale no sé cuantos miles de millones más o menos. No tiene absolutamente nada que ver con la realidad ni con la economía sueca".

Lisbeth Salander, la verdadera estrella del libro es una chica asocial, que oculta algunos secretos sorprendentes que se van desvelando a lo largo de este primer volumen pero que, intuyo, tomará protagonismo en la segunda entrega.

Juntos, y uniendo sus habilidades, que resultarán complementarias, van a resolver el misterio, por supuesto, pero, vayamos por partes. En su primera mitad la trama avanza muy lentamente y la sobreabundancia de información abruma al lector, que ha de leer muy atentamente la historia de la familia Vanger (me consta que hay quien se iba dibujando un esquema) para no perderse entre tanta familia, aunque poco a poco, de tanto nombrarlos nos vamos familiarizando con ellos. La segunda mitad resulta mucho más entretenida y brillante, con el encuentro de esta singular pareja y la aclaración progresiva de lo que sucedió aquel día que tanto obsesiona a Henrik Vanger.

Quien busque alta literatura es evidente que no la va a encontrar aquí, pero si que hay que reconocer que Larsson está bastante por encima de la mayoría de autores de best-sellers y que es muy competente en la creación de personajes, tarea fundamental para que una novela presente un mínimo interes. Aunque la trama esté descompensada y sobren bastantes páginas, me he quedado con ganas de seguir leyendo la trilogía y eso ya dice mucho de las virtudes de un autor tristemente desaparecido y que no pudo completar los diez volúmenes que tenía en proyecto.

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