martes, 6 de enero de 2009

GOOD BYE LENIN!, DE WOLFGANG BECKER. AMOR DE HIJO.



Todos los que tenemos suficiente edad recordamos la caída del muro de Berlín como uno de los acontecimientos que marcaron nuestra vida. Algunos hablaron alegremente del fín de la historia, de un triunfo incontestable del capitalismo sobre el socialismo. El triunfante capitalismo se encuentra en horas muy bajas solo veinte años después.

El argumento de la película es extremadamente original: la madre del protagonista, ferviente comunista, cae en coma poco antes de la caída del muro. Cuando despierta unos meses después, el mundo que ella conocía se ha desmoronado estrepitosamente y el hijo debe conseguir que ella no se de cuenta, porque una noticia de ese calibre podría acabar con su delicada salud. Visto así podría parecer que nos encontramos ante una comedia de situación, pero es mucho más: el espectador asiste al contraste y choque entre dos mundos antagónicos que se encontraban separados por escasos metros, a la euforia y el caos que provocan la llegada del capitalismo al Berlín oriental y a las esperanzas (después en gran parte frustadas) que provocan en sus habitantes (tiene mucha gracia la escena en la que unos ciudadanos ex-comunistas se quedan extasiados ante un televisor de un video-club que reproduce una peli porno) que creen estar ante un nuevo Eldorado. Pero antes de esto hemos podido atisbar algo del mundo socialista:la represión brutal a unos manifestantes pacíficos, la siniestra prisión donde va a parar el protagonista, el mundo politizado y orweliano de partido único y el cutrerío de la vida cotidiana llena de incomodidades y productos de pésima calidad.

El otro gran tema de la película es el amor del hijo por su madre, que le lleva a organizar una gran mentira en torno a su cuarto de enferma, recurriendo incluso a delirantes telediarios falsos realizados por uno de los mejores personajes: el compañero de trabajo de Alex, que crea auténticas obras maestras del surrealismo. Otro gran puntal del film es la siempre inspirada música del gran Yann Tiersen, que pone el punto melodramático a esta gran historia, una de las mejores realizaciones europeas de los últimos tiempos.

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